miércoles, 25 de agosto de 2010

LA DOCENCIA EN VENEZUELA: UN TRABAJO DE ALTO RIESGO.

     Así como el bombero que arriesga su vida adentrándose en llamas ardientes y sofocantes; así como el policía que expone su vida diario para proteger a la ciudadanía, muchas veces en contextos pocos favorables; así como el militar que pone en peligro su humanidad en la frontera para proteger a la patria o como el rescatista que pone su vida en juego para salvar a otros; así de peligroso y duro es el trabajo docente en Venezuela.
     La docencia pone más cosas en riesgo que las otras profesiones, puesto que todas dependen de ella; necesita más cuidado y precisión que el de un médico cirujano, ya que este, en una operación tiene en sus manos una o dos vidas generalmente, el docente en una operación tienes más de treinta vidas bajo su responsabilidad simultáneamente. Para los que opinen que mis palabras son solo exageraciones o producto de la incoherencia, les comentare un poco sobre la educación en nuestro país, en todos sus niveles y hechos de todos los rincones, los cuales se pueden percibir a través del dialogo sobre la vida profesional con cualquier docente, ahondando en las experiencias propias o de algún colega cercano; o solamente haciendo presencia en un instituto educativo.
     En la Venezuela educativa existen casos donde la maestra de un preescolar ve llegar a uno de sus niños con graves marcas de golpes contundentes, este pasa todo el día feliz hasta la hora de salida, donde tiende a ponerse triste o se le salen las lagrimas, y la docente no puede hacer nada, pues el progenitor del niño es un criminal violento, delincuente destacado de un sector. Otro caso, es el de la maestra que recibe los relatos diarios de una de sus niñas, donde le comenta toda la actividad sexual, violenta o delictiva que presencia en su hogar; la docente con una carga inmensa de entereza y paciencia, lucha por borrar de esa mente infantil toda esa información dañina, con buenos consejos, lindos relatos y explicaciones acorde a su edad.
     Esas docentes de primera y segunda etapa, que deben lidiar con cuarenta o cincuenta personalidades diferentes, donde destacan los pequeños inquietos e hiperactivos, esos que valen por diez, muchas veces dando clases bajo un árbol o en un pasillo. Hay momentos cuando por ejemplo ese estudiante humilde, ese niño inocente que viste ropa sencilla, mal lavada, con manchas y rasgaduras producto del trabajo después de clases, con zapatos remendados llenos de polvo amarillo o barro: se acerca a su maestra y le pregunta cómo hacer para estar como su compañerito siempre arreglado con ropa nueva e impecable.
     En tercera y cuarta etapa se presentan hechos y experiencias un poco más fuertes, embarazos precoces, personalidades inseguras, intentos de deserción, estudiantes ricos en problemas de toda índole, ofrecimientos carnales a cambio de aprobaciones inmediatas que le pueden costar el titulo al docente. Si lo mencionado le parece poco alarmante, ¿Qué le parece esto?: docentes amenazados de muerte por parte de estudiantes armados con revolver o “chopos”, en esas instituciones donde prohíben llevar morrales (irónicamente para evitar el ingreso de armas); amenazas que se producen para obligar a aprobarles las materias, luego de conseguirlos infraganti consumiendo drogas en la cancha o por hallarlos en el baño teniendo relaciones sexuales con una estudiante de un año inferior.
    Si usted creía que eso era todo, está muy errado; el trabajo y las dificultades del docente siguen presentándose a nivel universitario, así es, en ese campo donde se le falta el respeto de todas las formas posibles, donde algún estudiante de poco dialogo le raya el vehículo o le pincha los cauchos, donde se le puede ofrecer unos golpes fuera del campus académico por cualquier diferencia, donde si lo haces mal o bien se le puede obsequiar un grafiti totalmente gratis y de exclusividad absoluta, todo esto generalmente por la evidente pérdida de valores que tiene nuestra sociedad.
     El docente universitario es sometido a fuertes críticas, puesto que trabaja con estudiantes de mayor raciocinio, muchos de ellos, creyentes de que el profesor no puede equivocarse. En gran parte de las universidades el docente cuenta con un contexto poco favorable para ejercer adecuadamente su profesión; aulas saturadas de estudiantes (exceso de matricula), falta de un clima adecuado (aulas sin aire), instalaciones deficientes (fallas eléctricas, goteras, etc.), ausencia de recursos básicos para las practicas de diversas carreras (laboratorios por ejemplo), entre otros.
     Cabe destacar otras trabas que no menos importante dificulta el ejercicio, como las condiciones sociales de la zona donde se encuentre la universidad (inseguridad, transporte, ruralidad, etc.), los bajos salarios y el retardo en sus pagos, la falta de contratos fijos y los beneficios que estos poseen, el cambio permanente de las normas y lineamientos educativos, una ley conductista aprobada recientemente que no incluye todas las posiciones y aportes de la comunidad docente, entre otros.
     Estos hechos y experiencias, muchos de ellos reflejados en medios de comunicación, libros referentes al campo educativo o que son del conocimiento público y están en la conciencia del colectivo, (por ser notorios gran parte de ellos a simple vista), dejan en claro porque considero el trabajo docente una profesión de “alto riesgo”. Muchos no reconocen su importancia, estén dentro o fuera del contexto educativo, se cree que es una carrera sumamente sencilla, cuando no se le debe ofender y menospreciar de esta manera, pues ningún grado profesional se alcanza sin esfuerzo y dedicación; El trabajo docente es tan importante como cualquier otro, puesto que el educador es un “escultor social” responsable de la formación de las generaciones futuras, de los profesionales del mañana que tendrán en sus manos el desarrollo y porvenir de la nación.
     La profesión docente debe ser más atendida, mas apoyada, debe ser objeto de un estudio profundo e integral para crear un modelo de ejercicio realmente optimo, que se apegue a la realidad y que vaya de la mano con las necesidades inmediatas y futuras, en donde la mayoría estén de acuerdo. Se debe invertir en espacios físicos, mejorar la educación pública que deja mucho que desear en la actualidad; el ejercicio docente es supervisado y aplicado “adecuadamente” en las grandes ciudades o capitales generalmente, pero mientras más distante e inhóspito se encuentra el instituto educativo menos se le atiende y apoya, algunos recibiendo la atención una vez al año solamente.
     Para contrarrestar estas fallas es necesario primeramente sembrar una conciencia verdadera de lo que significa ser un educador, en todos aquellos estudiantes de esta carrera y los profesionales egresados en los últimos años; esto por el hecho de lo excesivamente fácil que se ha hecho obtener este grado en algunas instituciones educativas implantadas hace pocos años, la reducción de los pensa de estudios, la falta de asignación de empleo o contrata en base a meritos o experiencia, la politización de la educación, la acumulación de fallas no atendidas ni disminuidas en los graduandos, la importancia que se le da al título para aspirar un sueldo, sin importar la profesionalización adecuada, entre otros.
     Varios próceres y personajes ilustres de la historia de nuestro país han dejado como herencia importantes pensamientos y aportes en el campo educativo, como lo son: el Libertador Simón Bolívar, Francisco de Miranda, Andrés Bello, Simón Rodríguez, el Doctor José María Vargas, Rómulo Betancourt, Arturo Uslar Pietri, el Maestro Prieto Figueroa, etc. Pero lamentablemente se ha hecho caso omiso a esas palabras, o al menos se han cumplido o aplicado por temporada, según la conveniencia del gobierno de turno. El enemigo principal que mantiene en la ignorancia al pueblo venezolano es mental, es invisible, es cultural y este solo puede ser derrotado por medio de la educación.
     Por estas y muchísimas razones más, es que el trabajo docente debe ser rescatado, valorado, apoyado, puesto que no es una profesión nada fácil; formar un buen ciudadano, formar un buen venezolano, un ser útil y productivo para la patria no es tarea sencilla, es mucho más complicado que cualquier otro ejercicio profesional. En la actualidad el docente se enfrenta a incontables trabas que le dificulta hacer bien su trabajo, es difícil complacer a una sociedad notablemente divida en bloques, a una labor que pretende politizarse con órdenes superiores que escapan del ámbito educativo o la incontrolable mafia de “palancas” que existe, además que la educación no está llegando a todos los rincones como se quiere hacer creer, a los sitios más distantes llega de forma débil y precaria; esos docentes que ejercen en las zonas más populares, alejadas, peligrosas o rurales, son los que se enfrentan a diario con la cara más fuerte de esta profesión, ellos pueden dar fe de lo que aquí expreso.  
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